Aunque fue concebida para ser usada en el campo de batalla como arma, no se puede pasar por
alto su belleza estética y su gran valor artístico desde sus orígenes, equiparable al de cualquier
obra de arte pictórica, escultórica o arquitectónica, siendo además símbolo emblemático de un
pueblo y una cultura.
La principal particularidad de la espada japonesa radica en las innovaciones técnicas que introdujeron
los japoneses para tratar de resolver la problemática de la materia prima de la que disponían y de
los requerimientos que la práctica exigía, para lo que había que aunar en proporción adecuada un
arma de dureza, rigidez, flexibilidad y gran capacidad de corte.
La espada japonesa fue evolucionando en morfología, tamaño y diseños según cambiaban los tiempos
y las técnicas defensivas, y a pesar de ser una herramienta con una función utilitaria clara, siempre
se tuvo en alta estima y consideración más allá de su carácter práctico, siendo admirada como un
objeto de arte y calidad superlativa, admiración que en la actualidad alcanza cotas excepcionales